Dolorosamente, en los últimos meses se ha incrementado significativamente la presencia de personas en situación de calle en Moreno.
Ya no es la histórica presencia en la Guardia del Hospital Mariano y Luciano de la Vega o en la Estación de Ferrocarril y sus alrededores, sino que se la observa en cajeros automáticos, aleros de comercios, portales, zaguanes, plazas, bajo el nuevo puente vehicular sobre el ferrocarril, etc., etc., etc.
El Centro de Día de la Catedral Nuestra Señora del Rosario recibe a cientos de indigentes por semana.
Las ollas populares, los comedores comunitarios, merenderos, se ven desbordados día a día, noche a noche.
Los refugios no dan abasto.
La respuesta a la problemática del Estado Nacional, Provincial y Municipal resulta insuficiente.
La triste realidad de la exclusión nos golpea y nos interpela.
Lo más peligroso es el acostumbramiento y que la tragedia de la vida en calle se nos haga paisaje habitual. Entonces a la marginación y la exclusión sumaríamos la indiferencia. Gravísimo.
No podemos ni debemos ser indiferentes, no sólo nos debe preocupar sino también ocupar la problemática.
Evidentemente no es tarea fácil, la situación de calle está atravesada por la indigencia, las adicciones, las enfermedades mentales, la violencia, la degradación, el abandono, la desocupación, etc.
Además, siempre habrá quien diga que la problemática es propia de todas las grandes ciudades y que es poco lo que se puede hacer y se ocuparán de buscar culpas y culpables más que soluciones. Dirán, por ejemplo, «es el sistema». Puede ser.
Más allá de las lecturas, análisis e interpretaciones, lo concreto es que cada día hay más personas en situación de calle en Moreno y debemos trabajar mancomunadamente para revertirla.
Los morenenses, sus instituciones y principalmente sus autoridades, debemos estar a la altura de las circunstancias, agudizar el ingenio, optimizar recursos, priorizando la atención de la problemática.
Por lo menos habrá que hacer el intento porque vale la pena.